Un día tu perro salta como si fuera un cachorro de circo, y al otro… tarda media hora en levantarse del sofá. ¿Qué pasó? ¿Está cansado o ya se volvió un “abuelito peludo”? Si bien nos cuesta admitirlo, los perros también envejecen, y lo hacen más rápido de lo que nos gustaría. Pero no te preocupes: envejecer no es una sentencia triste, solo significa que es hora de adaptar cuidados y poner atención a ciertos cambios.
Algunos signos de envejecimiento son completamente normales: dormir más, moverse más despacio, tener canas en el hocico (sí, los perritos también se ponen “platinados”) o mostrar menos interés por jugar durante horas. Como explica la veterinaria Carla Salinas, “el metabolismo se ralentiza, las articulaciones se vuelven menos flexibles, y su tolerancia al ejercicio disminuye. Todo esto es parte del proceso natural de la vida”.
Pero ojo: no todo cambio debe pasarse por alto. Si tu perro empieza a tambalearse, tiene dificultad para subir escaleras, pierde peso sin razón, deja de comer o presenta incontinencia, puede haber algo más serio detrás. Enfermedades como la artrosis, la insuficiencia renal o el deterioro cognitivo canino (una especie de “alzhéimer perruno”) suelen aparecer en esta etapa y necesitan atención veterinaria.
Luis, dueño de Roco, un labrador de 12 años, cuenta: “Pensamos que estaba solo viejito porque dormía todo el día, pero resultó que tenía dolor en las caderas. Con el tratamiento adecuado, volvió a ser un viejito feliz y activo”. La clave está en distinguir entre el “me muevo lento porque tengo experiencia” y el “me muevo lento porque me duele todo”.
Además, los chequeos veterinarios deben ser más frecuentes en esta etapa: mínimo una vez cada seis meses, para detectar a tiempo cualquier problema. Una buena alimentación, ejercicio moderado, suplementos recomendados por el veterinario y mucho cariño harán que tu perro disfrute su vejez con dignidad y estilo. Y no olvides que, aunque cambien sus necesidades, su amor por ti sigue intacto.
En resumen: si tu peludo empieza a actuar como un señor con pantuflas, no lo subestimes. Observa, acompaña y consulta. Porque tener un perro viejito es un privilegio: significa que han vivido una larga historia juntos… y que aún les quedan muchas siestas compartidas por delante.
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