Llamas a tu perro con voz melosa, repites su nombre como si fuera un conjuro, y él… te mira y se va. ¿Te suena familiar? Antes de ofenderte, respira hondo: según estudios recientes sobre comportamiento canino, es posible que no te esté ignorando por rebeldía, sino porque está haciendo un análisis estratégico. Sí, así como lo lees: ¡tu perro podría estar evaluando si vale la pena ir!
Los perros no son robots obedientes (aunque algunos lo parezcan), sino animales con una impresionante inteligencia social. Investigaciones de etología han demostrado que pueden leer gestos, tonos de voz y expresiones humanas, y tomar decisiones basadas en esa información. Así que si le gritas “¡VEN AQUÍ!” con tono de juez implacable, es probable que tu peludo evalúe el costo-beneficio y decida: “hoy no, gracias”.
Un estudio publicado en la revista Animal Cognition reveló que los perros pueden distinguir entre humanos cooperativos y no cooperativos, y adaptar su comportamiento en consecuencia. Es decir, si tu perro sabe que cuando va a ti lo abrazas como si fuera un peluche o lo llevas al baño (¡el horror!), puede que se piense dos veces eso de acudir corriendo. En su mente, está tomando una decisión diplomática.
Además, está el tema del llamado inflacionario. Si repites su nombre veinte veces al día sin una razón clara o sin recompensa, es probable que tu perro lo archive mentalmente como “ruido de fondo”. Para ellos, los llamados deben tener propósito y coherencia. ¿Quieres que venga corriendo? Prueba con entusiasmo, palabras positivas y, sí, un premio de vez en cuando. A nadie le gusta trabajar gratis.
Eso sí, hay excepciones. Si tu perro solía obedecer y de pronto empieza a ignorarte de manera constante, podría haber un problema médico o de audición, sobre todo en perros mayores. En ese caso, lo mejor es consultar con un veterinario para descartar causas físicas antes de asumir que solo te está “poniendo a prueba”.
En resumen: si tu perro te ignora, no lo tomes personal. Tal vez no es desobediente, sino demasiado listo. Nos leen como libros abiertos y deciden cuándo vale la pena responder… o cuándo es mejor seguir olfateando ese arbusto misterioso. Y al final, ¿quién podría culparlos?
