Viajar en auto, bus o avión con tu perro: Lo que debes saber

Planear un viaje puede ser emocionante… hasta que tu perro te mira con esos ojos de “¿y yo qué?”. Y claro, ¿cómo dejarlo atrás si es parte de la familia? Viajar con tu mascota puede ser una experiencia inolvidable, pero solo si se hace con organización, amor y un poco de instinto de scout. Tanto si vas en auto, bus o avión, hay reglas de oro que harán del trayecto algo digno de selfie y no de terapia postvacaciones.

Si vas en auto, lo primero es la seguridad: no, tu perro no debería ir con la cabeza fuera de la ventana como en las películas. Existen arneses especiales que se conectan al cinturón de seguridad, y si tu compañero es más felino que canino, una transportadora segura y ventilada es la clave. Recuerdo un viaje con mi perro Max, donde no llevamos arnés y se volvió una misión imposible mantenerlo en su lugar. Aprendí la lección y nunca he viajado sin el equipo adecuado desde entonces. Y sí, hay que hacer paradas para que hagan sus necesidades, tomen agua y estiren las patas (igual que tú después de dos horas en la Panamericana).

¿Viaje en bus o avión? ¡A leer las letras pequeñas! Cada empresa tiene sus propias reglas. En buses, algunas solo aceptan mascotas en bodega, mientras otras tienen compartimentos especiales. En una ocasión, viajé en avión con mi gato Luna, y fue crucial tener su certificado de salud, vacunas al día y una transportadora homologada. Si tu peludo va en cabina, su comportamiento debe ser modelo: cero ladridos, cero escapadas a mitad del vuelo y cero “accidentes” en el asiento del vecino.

Armar la maleta de tu mascota es todo un arte. No puede faltar su comida habitual (cambiarla puede generar diarreas viajeras), recipientes plegables para agua, bolsas para desechos, su cama o manta con olor conocido (para calmar la ansiedad) y, por supuesto, sus juguetes favoritos. Para gatos, el arenero portátil es un must. Y para todos, el botiquín básico: antiparasitarios, antieméticos si se marean y los medicamentos recetados por el veterinario. No olvides incluir una copia de tus documentos veterinarios en caso de emergencias.

En el plano legal, no todo es diversión. Asegúrate de revisar los requisitos del lugar de destino: algunos hoteles aceptan mascotas con gusto, otros con tarifa, y algunos solo si no ladran ni respiran fuerte. Si viajas al extranjero, el tema se pone más serio: certificados internacionales, microchip y cuarentenas en algunos casos. Lo mejor es hablar con tu veterinario semanas antes del viaje para que te oriente.

Viajar con tu mascota es una aventura que fortalece vínculos y crea recuerdos para toda la vida (sí, incluso si el gato odió la playa). Solo requiere empatía, planificación y una buena playlist para el camino. Así que, la próxima vez que prepares maletas, no te olvides de la suya. Porque no hay mejor copiloto que ese que nunca te critica el GPS y siempre está feliz de ir donde tú vayas.

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